El Año Internacional de la Astronomía estará lleno de actos para promover esta materia, pero nuestro deseo y nuestra petición es que se haga con el ánimo de buscar la verdad y el conocimiento. Con frecuencia, como han denunciado grandes filósofos de la ciencia, algunos científicos están más preocupados en formar grupos de presión que en la búsqueda del conocimiento. Por eso hay científicos que atacan a la astrología desde su más absoluta ignorancia y tomando el prejuicio como escudo.
Astronomía y astrología siempre fueron unidas, de hecho la astronomía es hija de la astrología, puesto que ésta nace por necesidad del hombre de adaptarse al comos, comprenderlo, anticiparse y sobrevivir. De esa necesidad nacen las observaciones sistemáticas y la comprensión de los movimientos y la mecánica celeste. De ahí nacen los calendarios y los zodíacos de todo el mundo.
Desde un principio el hombre trata de acercarse más al estudio de los cielos, porque sabe que anticipar sus movimientos y conocerlos a fondo es fundamental para su existencia. Surgen los zigurats, las pirámides y muchos otros monumentos o arquitecturas que le acercan al cielo y le permiten mejorar su observación y estudio.
Se dan cuenta de que los movimientos del Sol y la Luna son determinantes para el día, la noche, el calor, el frío, las estaciones que se suceden, las mareas, las cosechas, las migraciones de las aves, la recolección de los frutos, los partos.... Y todo depende de esas maravillosas luminarias. El hombre traza calendarios solares, lunares o una mezcla de ambos.
Al profundizar en ese estudio mágico llegan a entender los movimientos de algo que parecen estrellas pero que no lo son, porque se mueven rápido por los cielos, en lugar de las estrellas que están fijas. Descubren que son planetas, que tienen ciclos, tamaños, colores y, por supuesto, influjos diferentes.
La observación sistemática y empírica produce los primeros resultados, los primeros conocimientos astrológicos: los influjos del cosmos sobre la naturaleza y los seres humanos son evidentes.
Todo este largo estudio da lugar a las primeras religiones astrales y a la primera ciencia y, además, serían los primeros pasos en la inteligencia humana que servirían de base para todo el conocimiento posterior, hasta nuestros días. Astronomía, calendarios, matemáticas, sociedad, religión, economía, política, medicina, geometría, arquitectura, urbanismo... prácticamente todo tiene algún tipo de deuda de gratitud con la astrología.
Sin embargo, en un momento dado, cuando el intelecto se vuelve arrogante y el hombre cree poder controlar el mundo mediante la razón, se abre una brecha entre astronomía y astrología, especialmente a partir del siglo XVII. La astronomía se convierte en ciencia y la astrología queda relegada a mera superstición.
No obstante, estas clasificaciones artificiales e interesadas, no cambian la verdad. Es lo mismo que ocurre con Plutón, no porque ahora digan que no es planeta van a cambiar sus influjos lo más mínimo. Plutón seguirá siendo Plutón y seguirá influyéndonos del mismo modo le clasifique como le clasifique el hombre.
Así pues, los influjos de los astros sobre el ser humano no van a dejar de existir, porque no están sometidos a los dictados de algunos prepotentes del intelecto.
Fueron muchos grandes pensadores, científicos, religiosos y un largo etc. los que estudiaron o practicaron la astrología y la tuvieron en gran estima, como el mismo Galileo, Newton, Kepler, Copérnico, Tycho Brahe... incluyendo a varios papas.
Pero se equivoca si alguien cree que esto es algo del pasado. Actualmente no sólo grandes personajes de la política, el deporte, la ciencia, etc. usan y tienen en alta estima a la astrología, sino que ya empiezan a surgir voces de grandes filósofos que no solo la apoyan pública y explícitamente, sino que incluso abogan por tomar los ciclos astrales como nuevo paradigma del pensamiento. A tal respecto, recomendamos la obra Cosmos y Psique, de Richard Tarnas, en editorial Atalanta.
La astrología, al fin y al cabo, es la rama del saber que se ocupa de estudiar la relación del ser humano con el cosmos, algo maravilloso. Claro está que ese estudio es complejo y, además, plantea preguntas incómodas o incluso irresolubles, como el tema de la libertad y el libre albedrío, algo que muchos no pueden soportar, pero ¿acaso el ser humano puede tenerlo todo bajo control o cambiar la naturaleza de las cosas únicamente desde el prejuicio o negándose a mirar en determinada dirección?
Así pues, que el Año Internacional de la Astronomía sirva no para desunir ni enfrentar desde la prepotencia y la ignorancia, sino para unir y buscar puntos de confluencia en la búsqueda de la verdad, en la búsqueda del conocimiento del cosmos y del ser humano al mismo tiempo. Para eso tan solo es necesario buena voluntad, y valentía para abordar incertidumbres y para superar esa especie de clima inquisitorial que reina en tantos ámbitos académicos. Ese es nuestro deseo.
"Y, sin embargo, se mueve"
El 22 de junio del año 1633 Galileo, ya anciano, tuvo que arrodillarse ante el tribunal de la Santa Inquisición y retractarse de sus escritos. Le obligaron a confesar que estaba equivocado. Galileo era un astrólogo, un científico y un sabio, pero no tenía vocación de mártir. Sabía que era la única manera de salvar su vida ante la retorcida y despiadada intolerancia de la Iglesia. Desde entonces, vivió bajo arresto domiciliar en las afueras de Florencia hasta su muerte, acaecida el 8 de enero del año 1642. Durante este tiempo de atormentada reclusión, uno de los pocos consuelos lo halló en la correspondencia con Sor María Celeste, su hija.
Un fragmento de la miserable denuncia que hizo Silvestre Pagnoni (que había sido ayudante de Galileo durante unos dieciocho meses) ante la inquisición, reza así: "...por mandato de mi confesor, he venido a confesar ante el Santo Oficio al señor Galileo Galilei... porque le he visto hacer horóscopos en su habitación para distintas personas..." Y más adelante, continúa: "...nunca se confiesa ni comulga"
El Papa que condenó a Galileo fue Urbano VIII, precisamente un personaje que logró ser elegido Papa presentando un falso horóscopo que le auguraba el papado, abusando así de la confianza en la Astrología que por aquel entonces tenía el Sacro Colegio. Después se convirtió en acérrimo enemigo de la Astrología. Pero, ¿quién era Galileo?
Galileo nació en Pisa, Italia, y desde pequeño mostró unas grandes capacidades creativas e incluso artísticas: diseñaba juguetes, tocaba el laúd y el órgano y escribía canciones y poemas. Además pintaba bastante bien. Sin embargo, su padre se empeñó en que fuera médico. En la Universidad de Pisa descubrió que sus intereses eran otros y nunca llegaría a ser médico. Pero no perdía el tiempo: por observación descubrió la ley del péndulo. Un día asistió a una clase de geometría y se dio cuenta de lo que realmente le gustaba. Con la ayuda de un mecenas se trasladó a Florencia y empezó a estudiar el comportamiento de los objetos que flotan en el agua. En 1588 volvió a la Universidad de Pisa, pero como profesor de matemáticas.
Rumores llegados de Holanda decían que un tubo con lentes permitían ver cosas lejanas como si estuvieran más cerca. Galileo se puso manos a la obra y en seis meses construyó el primer telescopio, que el usaría fundamentalmente para la observación celeste. Meses después, el 7 de enero del año 1610, hizo un descubrimiento fundamental: las cuatro lunas de Júpiter, que daban vueltas alrededor de este planeta. Con ello se demostraba finalmente que no todos los cuerpos celestes giraban en torno a la Tierra. También descubrió que Venus tenía fases, similares a las de la Luna.
Al año siguiente Galileo llevó su telescopio a Roma, pero muchos miembros de la corte papal se negaron a mirar por el instrumento porque decían que era magia del diablo y, por tanto, lo que se viera a través del mismo no era verdad. Galileo tomó cada vez más partido por la revolución copernicana, pero el Papa Pío V le ordenó que abandonara el heliocentrismo. Durante quince años Galileo guardó silencio al respecto, pero en el año 1632 publicó su Diálogo sobre las mareas ( o Diálogo sobre los dos sistemas principales del mundo, ptolemaico y copernicano), donde describe, entre otros conceptos, como la Tierra da vueltas alrededor del Sol. Al año siguiente, la Iglesia se le echó encima, como hemos descrito al principio.
Además de ser el primero en utilizar el telescopio para observaciones astronómicas, inventó un reloj hidráulico para medir el paso del tiempo, diseñó un termómetro para medir la temperatura, halló la forma de pesar los cuerpos en el agua, demostró que el aire tenía peso y un largo etc. También descubrió las leyes que regulan la fuerza, el movimiento y la velocidad de los cuerpos en movimiento, y lo enunció en fórmulas matemáticas. Pero una de las cosas más importantes es que Galileo fue pionero del método científico experimental.